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de Ricardo Rubiales García Jurado[1]

El concepto (y la acción) de Mediación 

Comprendemos la mediación como un proceso de interacción entre un ser humano y otro donde existe una intencionalidad por parte de uno de ellos que busca enfocar seleccionar y detonar experiencias, observaciones y reflexiones en un marco de reciprocidad y escucha[2].

 

Para fines de este documento y en el contexto del trabajo museístico llamamos a los procesos de mediación: interacciones de calidad.

 

Comprendemos entonces a la mediación como un fundamento teórico para asegurar interacciones de calidad con los usuarios en la experiencia del museo.

 

Todo contacto humano entre el staff del museo y los usuarios debe ser una interacción de calidad que concibe una intención, escucha en el sentido de reciprocidad y se enfoca en las necesidades, expectativas y búsquedas del público. El trabajo del mediador entonces, busca filtrar y seleccionar; organizar y encuadrar; aislar y relacionar conocimientos (previos y nuevos); regular y adaptar; motivar y facilitar la construcción de sentido, la interpretación del usuario[3].

 

¿Es verdad que todos los discursos curatoriales son legibles a los diversos públicos? ¿Es verdad que toda persona se involucra, comprende y dialoga con toda propuesta artística? o ¿La construcción de la interpretación depende de muchos factores que en algunas situaciones requieren (si la persona así lo considera) un mediador?

 

Las interacciones de calidad buscan edificar públicos, acercar a los usuarios a vivir experiencias que sean significativas, humanizando el museo a un espacio cálido de convivencia y respeto.

 

Las interacciones de calidad escuchan a los usuarios, sus necesidades reales, cuestionamientos e interpretaciones.

 

La mediación es contraria a la concepción del museo como un espacio donde lo que se espera del visitante es observar y recorrer, donde por lo general la conversación, la elaboración de hipótesis, la exploración o búsqueda de relaciones entre conceptos socioculturales no son elementos considerados.

 

Desde esta perspectiva todo usuario se encuentra sólo; si puede encontrar sentido, mejor para él, si no lo hace, es algo que no concierne al museo y va más allá de la conservación y presentación adecuada de los objetos museales. La realidad es que bajo esta concepción, los procesos posteriores a la inauguración no son importantes; el trabajo del museo termina al cortar el listón, mantener limpia la sala y proteger la obra de vandalismo.

 

Por el contrario, las interacciones de calidad provocan preguntas, buscan la reflexión y la exploración, motivan la curiosidad y permiten considerar nuevos horizontes de interpretación. Convierte al espacio museal en un ambiente inclusivo considerando a los diversos segmentos de las audiencias y la multiplicidad de estilos y preferencias de cada usuario, no generalizan al público, personalizan la atención a los usuarios con una persona que puede escuchar, brindar información (de ser necesario) motivar el acercamiento y tender puentes entre el visitante y la propuesta artística.

 

La mediación ocurre entre padres e hijos, abuelos y nietos, amigos y amigas, parejas e incluso entre personas desconocidas. En realidad, dentro del museo existe la mediación entre grupos de visitantes, negar las interacciones humanas es negar al museo como espacio social y conformar la experiencia con el arte de forma unilateral y autocrática, limitando y definiendo, “interrumpiendo” la libertad de los públicos a acercarse de diversas maneras a las propuestas artísticas.

 

Concebir toda propuesta, y discurso como multi-lenguaje y accesible a todo público es una metaignorancia (ignorar que ignoramos) la realidad de los públicos, sus necesidades y expectativas.

 

Por supuesto, existen públicos que no requieren mediación o interacciones humanas en su visita al museo y en esos casos estamos ciertos de sus necesidades particulares. Nunca será la intención del programa educativo caer en un esquema totalizador, seria incoherente. Buscamos abrir espacios, utilizar múltiples herramientas, diversos esquemas con la realidad de la diversidad de nuestros visitantes, que conciben preguntas pero también silencio, acercamiento y distancia, motivación y respeto.

 

La mediación concibe toda una metodología de acercamiento, sobre el como relacionarse con un grupo de personas, que criterios[4] considerar en esta interacción, comenzando con el ser conciente de una intención por parte el mediador y buscar la reciprocidad en los visitantes, y que estrategias utilizar para que la conversación y el diálogo con la obra brinde una experiencia memorable, rica en significados, construida por el mismo público.

 

[1]Museógrafo y educador, Máster en Neuropsicología e Aprendizaje.

[2]Conclusiones, II Encuentro del Programa Nacional de Interpretación, Dirección General de Artes Visuales, UNAM, Octubre, 2006

[3]Concebimos la interpretación como una serie de procesos vividos por el público que comienzan con la búsqueda de sentido; estas interpretaciones construyen y deconstruyen las estructuras de información de la persona y producen aprendizaje, sin duda el intercambio con otro ser humano potencializa y en muchas ocasiones facilita dichos procesos.

[4]La teoría de la experiencia de aprendizaje mediado considera 12 criterios: mediación de la intencionalidad y reciprocidad; del significado; de la trascendencia; del sentimiento de capacidad; de la autorregulación; del compartir; de la individuación; de la capacidad de búsqueda; mediación del desafío a la novedad y la complejidad; mediación del cambio, de búsqueda de alternativas; del sentido de pertenencia

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